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Iglesia de San Pablo

Sede

Iglesia de San Pablo

La música necesita de un espacio de resonancias, un lugar que recoja los sonidos y los transmita al oído sin que pierda su esencia original. La iglesia de San Pablo, por sus condiciones y diseño, es uno de esos lugares que parecen haberse concebido justamente para lograr que música y rezo se aúnen con el único fin de alcanzar el propósito de sublimar.

Así, la historia del templo no es solamente una historia de arquitectura, de religión, de glorias pasadas o conquistas efímeras, su historia es también la historia de la música. Basta contemplar el órgano, la policromía de su caja gótica y sus dorados para advertir que su presencia armoniza con el imponente retablo de Damián Forment, obra del siglo XVI en madera dorada y policromada que aloja en su hornacina central la imagen del apóstol San Pablo, titular del templo. Junto al órgano, la Capilla de Música, con sus voces, el violone, el clarín, la flauta y la chirimía, dirigidos por el Maestro de Capilla, dan fe de la importancia de la música en un conjunto arquitectónico de estilo mudéjar que le ha valido la declaración de Patrimonio de la Humanidad.

Pero la música de San Pablo no se ceñía únicamente a esos muros de piedra y ladrillo. Allá por el siglo XII, cuando la iglesia no era más que una ermita, sus feligreses tenían por costumbre salir en romería al son del pequeño organetto. Los caminos, por aquel entonces rurales y cubiertos de hierba, necesitaban desbrozarse para permitir el avance de las procesiones. El Barrio de San Pablo debe su otro nombre, El Gancho, a esa herramienta de la que se servían para despejar el recorrido de las procesiones.

Dice el Romance a la procesión del Corpus, de 1679, escrito por Ana Abarca de Bolea, monja y poetisa cisterciense aragonesa:

Iba lo gancho primero
con muy grande ligereza
cortando todos los ramos
que han posato en las tabernas

 

El Festival de Música Vocal Saulus, como puede verse, hunde profundamente sus raíces en la tierra de Aragón.